Otro golpe de mano del ejército colombiano, ha terminado exitosamente con la muerte de uno de los terroristas más buscados del mundo. Víctor Julio Suárez Rojas, también conocido como Luís Suárez Briceño o más popularmente como el Mono Jojoy.
Nacido en Cabrera, municipio de Cundinamarca en 1953, militó desde 1975 en las FARC, treinta y cuatro años en total. El Mono Jojoy ascendió peldaño a peldaño dentro de la organización terrorista. Fue uno de los comandantes con mayor formación táctico-militar.
Siempre fue conocido por su radicalidad y dureza para con el enemigo, en su interminable lista de crímenes figuran; secuestros masivos (pesca milagrosa instituida por el), atentados explosivos, ejecuciones, extorsión, narcotráfico, etc. Una de sus victimas mas celebres es Ingrid Betancourt. Todas estas acciones con cientos de victimas mortales.
Operación Sodoma
En la madrugada del 22 de septiembre de este año. La FUERZA DE TAREA CONJUNTA OMEGA, de las Fuerzas Armadas Colombianas dio inicio a la operación Sodoma. En la región de La Macarena en el sector denominado La Escalera, departamento del Meta.
La primera fase de la operación consistió en un “ablandamiento de terreno”, efectuado por una fuerza de 30 aviones Súper Tucano y 27 Helicópteros militares.
Fuertes combates se mantuvieron el resto del día, entre tropas terrestres del ejército y los guerrilleros que mantenían la posición. Solo el jueves, el ejército logró ingresar al lugar y efectuar el levantamiento de los cadáveres.
El saldo de victimas informado por las autoridades colombianas, da cuenta de 20 terroristas muertos, 6 militares heridos y la muerte de un efectivo K9 llamada Sacha (perrita experta en detectar explosivos)
Panorama actual de las FARC
Las muertes de los máximos líderes de las FARC en los últimos tiempos, son un factor decisivo en el devenir del conflicto. Tirofijo el fundador de la guerrilla, murió en marzo del 2008, al parecer por causas naturales o un paro cardiaco. En el mismo año, el ejército colombiano eliminó a Raúl Reyes el número dos de las FARC, en una polémica operación realizada en territorio ecuatoriano. Ahora la muerte del Mono Jojoy, solo viene a empeorar la crisis que enfrenta el más poderoso movimiento terrorista de América Latina.
Las FARC son la fuerza paramilitar más importante en recursos y en número. Están desplegados en una amplísima zona geográfica de Colombia. Que incluye tanto sectores urbanos como rurales, con una cadena de mando tan grande como lo puede necesitar una organización de esta naturaleza que actúa en forma dispersa y fraccionada.
Su fuente principal de recursos viene del narcotráfico y otros delitos como el secuestro, el robo y la extorsión.
La pérdida a manos del ejército de dos de sus máximos líderes, pone en evidencia no solo falencias de tipo táctico. Esta nueva realidad habla claramente de un debilitamiento grave al interior de la organización. Su sistema de seguridad ha sido vulnerado más de una vez con resultados costosísimos para su estructura. Su aparato de inteligencia y contrainteligencia hoy en día es mucho menos que fiable. Las exitosas operaciones efectuadas por las FF.AA de Colombia, sin restar meritos operativos a los comandos que las llevaron a cabo, solo han sido posibles gracias a una acción de inteligencia colombiana por medio de un trabajo preciso y eficiente. Esto es sin duda el mayor mérito de los mandos militares y del gobierno. Han invertido los papeles en el juego de la inteligencia. Años atrás eran el dinero del narcotráfico, las amenazas y las extorsiones las herramientas de la inteligencia subversiva. Para anular o evadir la operatividad militar. Hoy en día es al revés, es la FARC quién está infiltrada.
La filtración de información vital es sintomática de una crisis gravísima, pues gente con acceso a información importante, la está vendiendo o canjeándola por algún beneficio. Tal vez para algunos elementos de las FARC es la hora del sálvese quien pueda. La pérdida de confianza es el factor más desestabilizador que una organización como esta puede enfrentar.
Guillermo León Sáenz también conocido como Alfonso Cano, es el líder máximo de las FARC. Por estos días deberá reorganizar la estructura completa de mandos del grupo. No solo tiene que reemplazar al Mono, se plantea para él y para la más alta cúpula de la organización, la necesidad insoslayable de reestructurar una buena parte de los mandos. No es de extrañar que sucedan a partir ahora algunas maniobras de “limpieza y depuración”. Cano y sus mas cercanos, saben con certeza que es cuestión de tiempo nada mas, para que algo similar a lo ocurrido con el Mono y con Raúl Reyes les suceda a ellos también. Esto sin duda abre un abanico de posibilidades en la evolución del conflicto, ninguna de ellas es potencialmente favorable para la supervivencia de las FARC.
Perspectivas de la estrategia utilizada por el gobierno colombiano.
No deja de incomodarme cierto triunfalismo esbozado por la administración del Presidente Santos. Ya se ha hablado de la rendición de las FARC, y eso no es realista, por lo menos en el momento actual.
A pesar de lo esperanzador que pueda considerarse el panorama actual, en torno a las perspectivas de una paz duradera o definitiva, con una fuerza insurgente debilitada y desarticulada. Ronda siempre un riesgo que es en todo caso inevitable, convirtiendo el proceso en una especie de círculo vicioso, cuyo corolario será siempre la inestabilidad y la violencia.
Si el gobierno colombiano continúa teniendo éxito al descabezar las cúpulas guerrilleras, logrará desarticular el aparato militar de las FARC, sembrando el caos y el temor en quienes militan en esta organización. Llegados a este punto, se corre el siguiente riesgo. Por un lado la escisión del movimiento en dos o mas facciones o lo que es aún peor, una verdadera atomización del conglomerado. Es decir la disgregación de la guerrilla terrorista en múltiples bandas de carácter exclusivamente criminal, que por supuesto servirán a quien le ha dado dinero en abundancia durante todos estos años; el narcotráfico.
Hablar de rendición y derrota total de las FARC no es sensato ahora. Ocho mil hombres en armas y presencia activa en veinticuatro de los treinta dos departamentos que conforman la república de Colombia, no son un tema menor. Sin embargo iniciar un proceso de negociaciones para una desmovilización del grupo es mucho más plausible.
En el caso de una disgregación, cualquier acuerdo o negociación que se realice tendrá mucho menos impacto, pues bien es posible que parte de ese enorme contingente sea absorbido por alguna de las otras fuerzas subversivas que actúan en el escenario colombiano. Y los remanentes dispersos hagan lo único que han aprendido a hacer, delinquir. Y esto no necesariamente tiene que ser en suelo colombiano. Una diseminación por el continente también es posible.
¿Por qué la negociación?
Las guerrillas colombianas tienen un largísimo historial de procesos de paz, han participado en múltiples negociaciones, las mismas que han fallado reiterada y majaderamente. Con nula voluntad de plegarse a una paz verdadera, usando estos procesos y negociaciones solo como medios para extorsionar a la sociedad colombiana y conseguir beneficios groseros e injustos, que después utilizaban para continuar con sus actividades subversivas. La experiencia demuestra que la única forma de que estos grupos hablen de paz y desmovilización en serio, es cuando se saben derrotados y lo que único que les queda en juego es la supervivencia misma.
Por ello es esperable que en el mediano plazo, las FARC o al menos parte de ella, pretenda iniciar una negociación con el gobierno. Tal como lo hizo el M19, guerrilla desaparecida ya hace varios años. Su ejemplo histórico es fehaciente, el M19 solo aceptó la paz y la desmovilización cuando tenían certeza absoluta de su derrota militar. La misma que empezó con el fallido intento de tomarse el Palacio de Justicia de Bogotá y secuestrar a todos los magistrados de la Corte Suprema. Este acto salvaje y fracasado y sus sangrientas disputas con los grandes carteles de la droga. Provocaron su pérdida definitiva del poder militar y lo que es más importante aún, la pérdida de su pugnacidad. Es decir la voluntad de combatir.
En 1990 se convirtieron en partido político bajo el nombre de Alianza Democrática M19, algunos de sus integrantes han logrado importante figuración política en algunos procesos democráticos de los últimos años. Antonio Navarro Wolf, co-presidente de la Asamblea Constituyente de 1991 y Ministro de Salud del gobierno del Presidente Gaviria.
Bajo esta misma premisa, es esperable que las FARC entren en un proceso similar. Buscando la salvación de lo que va quedando. Con la intención de convertirse en una fuerza política tratando de emular al M19. Esto sería un triunfo de la impunidad sin duda, pero bien podríamos considerarlo un mal menor, ante la alternativa de tener que continuar en el conflicto al menos con este importante actor del mismo.
La escisión del movimiento o lo que es aún peor la atomización y disgregación de las FARC, es un escenario bastante complejo que el gobierno colombiano deberá enfrentar. La posibilidad que en algún momento, como resultado de las operaciones anti-subversivas, no exista alguna autoridad lo suficientemente fuerte o que goce del consenso general, al interior de la guerrilla. Con la cual entablar negociaciones; agrega un elemento más de inestabilidad a la hipotética situación.
Es un momento clave, histórico para el porvenir de Colombia, no solo la contundencia y eficacia de la acción militar conducirán a la paz. Es imperativo mantener la presión sobre los terroristas de las FARC y de las otras agrupaciones, así como es imperativo que el gobierno del Presidente Santos, empiece a contar con estrategias no solo militares, si no también políticas, culturales y sociales. Capaces de encaminar los esfuerzos de guerra hacia sus verdaderos fines; la desmovilización de los grupos armados. Y no simplemente la eliminación de los individuos que los componen. Ese es el desafío mayor.
Talleyrand le dijo a Napoleón, “Se puede hacer cualquier cosa con las bayonetas, pero no sentarse sobre ellas”
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