En el transcurso de la historia hemos observado la multiplicación de las políticas y medidas implementadas para luchar contra la pobreza. Unas resultaron relativamente exitosas cumpliendo las ilusiones y otras dolorosamente infructuosas causando desilusiones. Las medidas de carácter estrictamente distributivo han fracasado sistemáticamente mientras que otras de carácter esencialmente estructural fueron exitosas.
Se adoptaron las medidas de carácter distributivo para responder a las exigencias de la solidaridad y, a veces, al mandato populista de los gobernantes de turno. Pero, su efectividad nunca resultó notoria ya que los recursos financieros no fueron siempre abundantes, salvo raras excepciones. Además, se consideró que estas medidas podrían producir efectos secundarios un tanto nocivos por prescindir de una contra-prestación de parte de los beneficiados. Es decir, se fomenta un espíritu de dependencia colectiva por no exigir el esfuerzo personal en la obtención de dichos beneficios. Cuando escasea la fuente de financiamiento, como suele suceder, la pobreza se acentúa, por el hecho de que el beneficiado no está capacitado para autosuperarse al haberse acostumbrado a que el Estado benefactor le soluciona su situación de indigencia.
Estas consideraciones parecen tener plena vigencia cuando se aplican a la situación de la pobreza en el caso venezolano. Durante las últimas décadas, los gobiernos sucesivos han multiplicado los llamados programas sociales para subsidiar a los pobres, redistribuyendo los ingresos petroleros. El Estado se ha empeñado en construir viviendas, en repartir becas, en generalizar "seguridad social" y en otros programas. Y para el mismo propósito actualmente están vigentes unas veintitantas "misiones" como medidas especiales. A pesar de todos estos esfuerzos dispensados por el Estado, la situación de la pobreza no ha mejorado. De hecho, por un lado la pobreza se incrementó al ritmo del crecimiento demográfico y por otro, la cultura laboral se he empeorado. Es notorio que actualmente el ascenso social ya no se obtenga por "méritos" sino por "derechos" o por pertenecer a algunas agrupaciones sociopolíticas. (Héctor Valecillos).
Lo observado nos lleva a pensar que las medidas estrictamente distributivas no son, ni suficientes ni sustentables, para concretar la ilusión de superar la pobreza. La verdadera superación reclama políticas a largo plazo y medidas sistemáticamente implementadas. De una manera sintética, estas pueden resumirse en los tópicos que exponemos a continuación.
a) La educación es la clave para superar la pobreza, porque permite capacitar a la población para convertirse en emprendedor, en trabajador calificado, en protagonista del desarrollo y en vencedor de la escasez de los recursos naturales. La educación, abarcando todos los niveles, la primaria, la secundaria y la superior, es la estrategia más rentable de todas las inversiones para reducir la pobreza, porque no existen países subdesarrollados, sino hombres subcapacitados.
b) El empleo es el único camino para obtener un ingreso estable. Si toda la población activa posee un empleo remunerador, producto de las inversiones masivas, los empleos "marginales" desaparecerán y la pobreza estará en el camino de solucionarse.
c) Propensión al trabajo como valor dinamizador del progreso personal y colectivo. Mientras la medida exclusivamente distributiva podría afectar negativamente la propensión al trabajo, la exaltación de la cultura de autosuperación garantiza la eficiencia y la responsabilidad en la ejecución de las tareas cotidianas. Un hombre industrioso, además de reivindicar sus derechos, conoce también sus obligaciones.
d) Un crecimiento económico sostenido y equitativamente distribuido es indispensable para reducir la pobreza, siempre y cuando dicho crecimiento se atribuya al sudor de la frente. La renta producida por la explotación de unos recursos naturales, por ejemplo el petróleo, no garantiza necesariamente el propósito, a menos que dicha renta sea utilizada para ampliar la capacidad productiva de bienes y servicios y no sólo para financiar las medidas distributivas.
Los países, llamados desarrollados, han luchado, durante largos periodos, para alcanzar el actual nivel de bienestar colectivo y nos enseñan que las medidas exclusivamente distributivas no son apropiada para lograr la superación de la pobreza y que se debe maniobrar eficientemente con las variables claves. Los gobernantes, quienes rehúsan aceptar las enseñanzas de las experiencias pasadas, correrían el riesgo de ser considerados como vulgares embusteros por la falta de sinceridad en sus intenciones y planteamientos. Fonte: El Universal: 27 de septiembre de 2011
Comentário: O artigo é excelente pois aponta os erros da política para eliminar a pobreza sem que a população pobre assuma sua responsabilidade. Atualmente a política para eliminar a pobreza é assistencial e para fins políticos.
O texto aponta a educação como mola propulsora para superação da pobreza; “A educação é a chave para a superação da pobreza, porque permite capacitar as pessoas para se tornar um empreendedor, hábil em liderar o desenvolvimento e vencedor da escassez de recursos naturais. Educação, abrangendo todos os níveis, primário, secundário e ensino superior, é a estratégia mais lucrativa de todos os investimentos para reduzir a pobreza, porque não existem países subdesenvolvidos, mas homens-subcapacitados".
Nenhum comentário:
Postar um comentário