Hace 35 años ocurrió uno de los crímenes más horrendos en la historia del agro.
El movimiento campesino conmemoró el 25 de junio 35 años de la masacre de Los Horcones, una de las matanzas más crueles que registra la historia del agro hondureño.
Eran las grandes luchas por la reivindicación social, por conseguir tierras para suplir una de las necesidades básicas del campesinado hondureño: la subsistencia.
En plena época de siembra, los terratenientes trataban de impedir la invasión de sus tierras, mientras los campesinos se movilizaban colectivamente para recuperarla, para lo cual contaban con líderes que luchaban estoicamente y con algunos sacerdotes identificados con estas luchas.
La matanza tuvo como principales protagonistas a las Fuerzas Armadas, al mismo gobierno de Juan Alberto Melgar Castro y terratenientes de la zona, entre ellos Manuel Zelaya Ordóñez en cuya hacienda, Los Horcones, aparecieron enterrados los 14 cadáveres.
Previo a la captura de los campesinos tuvieron lugar grandes movilizaciones, se tomaron los juzgados de varias ciudades, se realizaron concentraciones masivas, interrumpción del tráfico en las carreteras y se anunció una marcha nacional para el 25 de junio de 1975.
Los campesinos de todo el país se concentrarían en Tegucigalpa pero el gobierno de Melgar Castro ordenó detenerlos.
El 24 de junio, los campesinos de Olancho pernoctaron en Juticalpa y pasaron la noche en el Centro de Capacitación Santa Clara, el siguiente día, a las 10:00 de la mañana, un grupo de escolares, dirigido por el profesor Guillermo Ayes Mejía, llegó a exigir la desocupación del edificio.
La acción del maestro era acompañada por agentes del Departamento de Investigación Nacional (DIN), que vestidos de civil entraron al edificio, sacaron violentamente a los que se encontraban adentro y los llevaron a la hacienda Los Horcones donde los torturaron y mataron.
Por órdenes del teniente Benjamín Plata, quien dirigía el operativo, también asesinaron a los testigos que habían observado el hecho, según la comisión que investigó el caso.
Los cuerpos de las víctimas fueron lanzados a un pozo malacate, que fue dinamitado con el fin de que no quedara rastro de la acción militar.
Del crimen, los tribunales de justicia encontraron culpables al mayor José Enrique Chinchilla, subteniente Benjamín Plata y a los terrantenientes Manuel Zelaya Ordóñez y Carlos Bahr, quienes fueron remitidos a la Penitenciaría Central. Sin embargo, salieron libres en 1980 favorecidos por un indulto otorgado por el gobierno.
Los muertos fueron idenficados como padre Casimiro Cypher, padre Iván Betancourt, Máximo Aguilera (padre del dirigente de la Democracia Cristiana, Lucas Aguilera), Lincoln Coleman, Bernardo Rivera, Francisco Colindres, Fausto Cruz, Roque Ramón Andrade, Arnulfo Gómez, Ruth A. Mayorquín, María Elena Bolívar, Alejandro Figueroa, Juan Benito Montoya y Óscar Ovidio Ortiz.
El 25 de junio el Padre Iván Betancourt y Ruth García salieron de Tegucigalpa hacia Catacamas. Habían ido a encontrar a la mamá del sacerdote Doña Felisa Betancourt que venía a visitarle de Colombia.
Una barbarie
Según el informe del gobierno al llegar a Los Horcones el Mayor Chinchilla ordenó a tres elementos del DIN que interrogaran a los detenidos llevados de Juticalpa, luego fueron asesinados.
Interrogar para el DIN significaba aplicar todo tipo de torturas que iba desde golpes, patadas, toques eléctricos, la capucha, arrancar uñas y otras crueles prácticas.
Mientras tanto, el padre Iván Betancourt era también sometido a interrogatorio, en el cual rindió declaraciones sobre actividades subversivas realizadas en compañía de otros religiosos.
Después del interrogatorio, Betancourt también fue asesinado. Para evitar que quedaran testigos, asesinaron a las señoritas Ruth García Mallorquín y María Elena Bolívar. Fuente: El Heraldo: 27.06.10
Comentario: Manuel Zelaya, padre del ex-presidente de Honduras, Manuel Zelaya. El lado obscuro de la familia Zelaya los bolivarianos nada mencionan. Si fuera un direitista sería llamado de asesino