domingo, 23 de setembro de 2012

Las Farc, con piel de oveja


Las Farc se han declarado 'las primeras víctimas' del conflicto armado. ¿Entenderán sus comandantes que para millones de colombianos esta afirmación es un insulto a la inteligencia?

Las Farc han optado por una insólita presentación en sociedad. "Estamos en la batalla porque el tema de las víctimas sea abordado como es: las primeras víctimas somos nosotros, los civiles obligados a estar en armas", dijo Andrés París, uno de sus negociadores. ¿Son conscientes los comandantes de esa guerrilla de la bofetada que semejante declaración representa para la Colombia urbana, para buena parte de la Colombia rural que ellas mismas dicen representar y para cientos de miles de víctimas?

No se trata de una frase deslizada al pasar por uno de los guerrilleros. La idea de que las víctimas principales del conflicto armado son las mismas Farc, como lo dijo París a El Espectador, ha sido esgrimida sistemáticamente por los representantes de esa guerrilla en La Habana. "Nosotros no hemos hecho sufrir a nadie. Nosotros somos víctimas de esta guerra", le dijo Rodrigo Granda a la BBC. "Primero que todo quiero aclararle que antes que ser victimarios nosotros somos víctimas de este proceso", contestó Mauricio Jaramillo, el Médico, cuando La FM de RCN le preguntó si las Farc van a pedir perdón a las víctimas.

Es comprensible que, para empezar la negociación, las Farc se presenten como una organización monolítica, que nieguen cualquier división interna y respondan de manera desafiante a toda insinuación de que son los golpes militares sufridos los que las han llevado a emprender un proceso de paz. Se podría, incluso, considerar el argumento de que lo que empezó hace medio siglo como un movimiento campesino liberal de autodefensa evolucionó hacia el comunismo armado bajo los embates militares de un Estado intolerante. Pero es verdaderamente insólito que las Farc intenten convencer hoy al país de que las víctimas son quienes portan los fusiles, que nunca han querido causar daño a nadie y que, si lo han hecho, se trataría apenas de "hechos aislados", como dijo París.

¿Cinismo? ¿Falta de sintonía con el país de hoy? ¿Insensibilidad frente a la profunda aversión contra toda forma de violencia armada que lustros de degradación del conflicto han provocado entre la gente? Más allá de por qué las Farc escogen tan peculiar argumento para presentarse ante el país, es elocuente que no parezcan darse cuenta de su colosal costo político.

Primero, porque casi nadie les cree. Una lista interminable de explosiones, civiles muertos, niños reclutados para la guerra, secuestros, masacres, asesinatos selectivos, desplazamientos, pueblos destruidos por cilindros, mutilados por minas antipersonales, involucramiento creciente en la cadena del narcotráfico y un largo y luctuoso etcétera, alza su dedo acusador contra las Farc en el imaginario popular.

Segundo, porque las propias Farc deberían empezar por admitir que la guerra que empezaron hace medio siglo es completamente distinta a la guerra degradada que Colombia padece hace 15 o 20 años, con los civiles como víctimas y las violaciones más truculentas al derecho internacional humanitario como método de lucha. Culpan a todos: al Estado, a los paramilitares, al imperialismo. ¿Y ellas mismas? ¿Acaso no recurrieron a los peores métodos? Intentaron aprovechar el narcotráfico y el narcotráfico las absorbió. Recurrieron al secuestro, y les tomó 15 años -y miles de víctimas- renunciar a él. Un abismo separa a la Marquetalia de 1964 de la Colombia moderna, y a las Farc de entonces de las de hoy. Pero hablan como si las justificaciones de medio siglo atrás (las célebres gallinas y marranos de Manuel Marulanda) fueran las de hoy.

Que las Farc se presenten como víctimas no es nuevo. En todos los conflictos, los victimarios elaboran discursos justificatorios. Así lo hicieron los paramilitares en Colombia y ha ocurrido en muchas otras partes. También, de Bosnia a Sri Lanka, muchas guerras han visto víctimas tornarse perpetradores. Sin embargo, las negociaciones que empiezan en Oslo dentro de dos semanas son, supuestamente, para poner fin al conflicto armado. Al Estado colombiano le corresponde, por supuesto, su parte. La pregunta es: ¿van las Farc a aportar a la solución del conflicto su propio y extenso mea culpa o insistirán en presentarse como una oveja rodeada de lobos hambrientos? Fuente: Semana - Sábado 22 Septiembre 2012

Comentário: Isso não é novidade. Desde quando a esquerda revolucionária  da América Latina admite sua culpa? Ela é o lobo que se se veste de pele de ovelha para ficar no rebanho de ovinos (democracia). A esquerda é muito esperta, percebendo que na luta armada sua vitória é impossível, transforma-se seu ideal revolucionário numa falso lema democrático para continuar sua luta revolucionária no campo de idéias, onde ela é muito mais eficiente do que a direita, os conservadores e os liberais.

Hoje a esquerda deixou o campo de batalha para assumir a luta de idéias.  É a conquista gradual de posições, ampliações de espaço. Num período de uma geração, a população esquece essa luta e o escorpião vermelho vence. O que acontece hoje no Brasil, a esquerda não admite sua culpa, vende a idéia que lutava pela democracia.

Essa visão da esquerda lembra muito a fábula do escorpião e o sapo.

O escorpião aproximou-se do sapo que estava à beira do rio. Como não sabia nadar, pediu uma carona para chegar à outra margem. Desconfiado, o sapo respondeu: “Ora, escorpião, só se eu fosse tolo demais! Você é traiçoeiro, vai me picar, soltar o seu veneno e eu vou morrer.”

Mesmo assim o escorpião insistiu, com o argumento lógico de que se picasse o sapo ambos morreriam. Com promessas de que poderia ficar tranqüilo, o sapo cedeu, acomodou o escorpião em suas costas e começou a nadar. Ao fim da travessia, o escorpião cravou o seu ferrão mortal no sapo e saltou ileso em terra firme.

Atingido pelo veneno e já começando a afundar, o sapo desesperado quis saber o porque de tamanha crueldade. E o escorpião respondeu friamente: Porque essa é a minha natureza!

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