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segunda-feira, 24 de fevereiro de 2014

La teoría de las ventanas rotas o la relación entre desorden ydelincuencia.

En 1969 el Profesor Philip Zimpardo,  catedrático de la Universidad de Stanford  (USA) puso en marcha un complejo experimento social.   El mismo tenía por finalidad estudiar qué tan real e irrefutable es la relación entre pobreza y delincuencia.

Fase 1.

El Profesor Zimpardo  abandonó deliberadamente dos automóviles en dos zonas con realidades socio-económicas totalmente distintas.  Uno de los vehículos fue dejado en un sector pobre y altamente conflictivo del Bronx en la ciudad de Nueva York,  el segundo automóvil fue abandonado en un  acomodado barrio de Palo Alto California.

Como era de esperarse el vehículo que quedó en el Bronx,   fue rápidamente desmantelado.  Primero le sustrajeron todo lo que es posible robar de un vehículo,  para finalmente ser destruido todo aquello que no podía robarse.  También como era esperable el auto que fue  dejado en Palo Alto se mantuvo intacto.

Esta primera fase del experimento demostraría o reforzaría la idea ampliamente extendida que vincula delincuencia con pobreza.  Pero esto no era el objetivo del experimento,  solo una primera parte.

Fase 2.

A la semana el automóvil del Bronx era chatarra y el de Palo Alto estaba en perfectas condiciones,  entonces los investigadores rompieron un vidrio del vehículo que estaba  en Palo Alto.  Bastó ese simple cambio en el aspecto del vehículo para que se produjera exactamente el mismo proceso vandálico que se produjo en el Bronx.

El experimento en su segunda fase tiene alcances profundos e inesperados,  cuestiona severamente la hasta entonces  irrefutable idea de la relación de proporcionalidad  entre pobreza y delito.  Pero mucho más que eso,  este experimento social  ingresa por un laberinto oscuro de la psicología humana y su relación social con el entorno.

Con posterioridad a este primer trabajo los criminalistas y catedráticos norteamericanos;  James Q. Willson y George Kelling hicieron más experimentos en esta misma línea investigativa, obteniendo de estos,   resultados similares.  Esta serie de trabajos dieron  origen a lo que se denomina como Teoría de las Ventanas Rotas (The Broken Windows theory) que en lo medular postula que el crimen y el delito son el resultado inevitable del descuido,  el deterioro, la suciedad, la falta de orden y cuidado.  Y que contrariamente a lo supuesto no tiene relación directa con el poder adquisitivo de las comunidades.

Si los espacios públicos no le importan a nadie,  están sucios, rayados, deteriorados entonces se convierten en entornos propicios para el delito y el vicio.  Porque simplemente no le importan a nadie.

De la teoría a la práctica.

Entre 1984 y 1990 las autoridades del Metro de Nueva York modificaron las políticas de seguridad internas de la entidad.  Para aquella época el Metro de esa ciudad era altamente peligroso y estaba en condiciones deplorables.  Estas modificaciones fueron radicales,  se puso fin a la evasión en el pago del pasaje,  se sancionó severamente los desordenes,  los daños a la propiedad de la empresa, las conductas que atentaran contra el aseo y ornato de los trenes y las estaciones. La lucha más enconada fue la emprendida para desterrar el grafiti y los rayados.  Pues estos son el símbolo más visible del desorden y la falta de control.  En este periodo de seis años la ciudad de Nueva York recuperó para sus ciudadanos un espacio público y un servicio estratégico,  reduciendo drásticamente la tasa delictiva que durante décadas había condicionado negativamente el servicio de esta entidad y deteriorado el nivel de vida de sus usuarios.

La máxima es muy sencilla sancionando los pequeños desordenes y faltas,  se consigue reducir o evitar los mayores y más graves.

Basado en la misma teoría y en la experiencia positiva del Metro,  el alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani implementó en 1994  una política de Tolerancia Cero frente al desorden, las contravenciones y las faltas por pequeñas que estas sean.  La estrategia fue simple,  crear las condiciones para que las comunidades se mantengan limpias y ordenadas.  Sancionando severamente cualquier contravención al orden.  Es decir Tolerancia Cero creaba y mantenía condiciones palpables de seguridad en los barrios y comunidades. 

El resultado de la implementación de este plan de seguridad ciudadana,  fue muy similar a lo ocurrido en el Metro de Nueva York.  Los índices del delito cayeron drástica y sostenidamente en el tiempo.

Por supuestos las políticas severas del Plan de Tolerancia Cero tienen muchos detractores,  por considerar que no ataca la delincuencia en su génesis y se limita a sancionar sus consecuencias.  Es decir actúa únicamente en forma securitaria y represiva,  ignorando la delincuencia desde su aspecto sociológico.  Por tanto es inútil en su verdadera finalidad.

Pese a  todas sus críticas en la praxis ha dado buenos resultados en una ciudad tan grande y complicada como lo es Nueva York.

La Teoría de las Ventanas Rotas,  pone de manifiesto un aspecto tendencial negativo en la psicología humana.  Tan poderoso que ni siquiera las condiciones ambientales y culturales más propicias han podido superar.  Somos dependientes del control social y la sanción, para poder convivir saludablemente.  Puestos en esta perspectiva tendemos a oscilar entre la dictadura y la represión y el descontrol y la impunidad. 

Chile y sus ventanas rotas.

¿Los fenómenos psicosociales son iguales en todas partes? ¿Son de carácter universal?  Yo no tengo la respuesta a esta interrogante,  si alguien la tiene por favor comente.  ¿La Teoría de las Ventanas Rotas podría explicar también la causa de nuestros índices de delincuencia e inseguridad? Tiendo a pensar que si y en una muy buena medida.  Dado que no soy sociólogo, ni psicólogo, ni criminalista me remitiré al ejemplo palpable y diario.

El Metro de Santiago es una empresa moderna y eficiente,  sus instalaciones siempre están en muy buenas condiciones,  los trenes no tienen grafitis,  ni daños visibles.  Pese a la antigüedad de algunas unidades del material rodante estás se mantienen en muy buenas condiciones tanto técnicas como estéticas.  La empresa dispone de dos servicios de seguridad uno armado con sus propios vigilantes y otro externo efectuado por guardias de seguridad de empresas contratistas.   Se controla la evasión en el pago del transporte,  se controla el daño a la propiedad de la empresa y seguridad mantiene en general presencia disuasiva en todas las estaciones e incluso al interior de los vagones.  Pues bien pese a que en el interior del Metro actúan bandas organizadas de ladrones y se dan hechos violentos y de otros tipos que representan amenaza o delito.  Los índices de seguridad en el Metro son bastante aceptables.  Podemos decir que el Metro de Santiago de Chile  es un servicio de utilidad pública seguro y eficiente.

Si las condiciones del Metro y sus trenes fueran distintas,  no hubiera el debido mantenimiento y control,  las unidades estuvieran llenas de grafitis y las estaciones sucias y descuidadas. Si el comercio ambulante y desorden fueran permitidos en sus instalaciones y trenes,  ¿serían iguales las condiciones de seguridad? ¿Aumentaría la delincuencia y la violencia en este medio de transporte?  La respuesta al menos para mí es obvia.

(Por ello me parece preocupante la permisividad de la línea 5 del Metro,  frente al comercio ambulante y los músicos callejeros. Comentario aparte.)

Vale como ejemplo el Efecto Dominó para ilustrar lo planteado en esta teoría,  descontextualizándola de su origen socio-político de la era de la Guerra Fría.  La tolerancia y pasividad con el desorden, el descuido y la negligencia dan la partida para la comisión de pequeñas faltas y estas a su vez generan el entorno propicio para que las faltas se conviertan en delitos y estos crímenes sean más graves y más frecuentes.  Como una bola de nieve que aumenta su tamaño a medida que desciende por la pendiente.

Siguiendo la lógica planteada por James Q. Willson y George Kelling y el ejemplo práctico de  la alcaldía de Giuliani,  que pasaría si en lugar de las intervenciones sociales realizadas por los distintos gobiernos que no han dado resultados o si lo han hecho estos han sido temporales y restringidos.  Se planteara como respuesta a la delincuencia  y los problemas de seguridad ciudadana,  una política de Regeneración Urbana.

Si enumero todo lo que esto implicaría para sucesivos gobiernos, administraciones municipales, policías y el sistema judicial.  Me desanimo, me desanimo  al pensar en los costos pero más aun al pensar en la voluntad y decisión política necesaria para llevar a cabo algo semejante.  Una tarea titánica, sostenida en el tiempo y muy costosa.  Costos, como si el erario público no pudiera o no debería invertirse en transformar la realidad de los individuos que consideramos nocivos,  en lugar de tratar de transformarlos pero manteniéndolos inmersos en su realidad propicia y proclive al vicio y al delito.Vinicio Contreras B.- Asesor en Seguridad Integral de Empresas